Esta semana toca poner el foco de nuestras miradas reflexivas olímpicas en los recreos.
Los recreos ofrecen una oportunidad única para la actividad más importante en la infancia: jugar. Suponen un gran momento de socialización y de diversión y, salvo excepciones recogidas en el ROF (sanción reflejada en un parte disciplinario), no pueden ser acortados, castigados ni suspendidos… ¡¡¡Deben durar 30 minutos!!!
Fomentar la creación de patios inclusivos supone un paso adelante en la inclusión real de nuestro alumnado. “Debido a que el juego es, a todos los efectos, la principal actividad social en la vida de los niños y de las niñas, es la esencia misma de su cultura de grupo” (Charman & Stone, 2006), sabemos que esos 30 minutos son el tiempo suficiente para que alguien se sienta excluido del grupo, apartado, rechazado.
La imagen de una persona aislada en el patio, sin participar en los juegos a veces ocurre y es donde podríamos poner nuestra «lupa olímpica» desde esta semana.
Para ello vamos a proponernos como RETO retomar e impulsar la función de las «Patrullas de la amistad».
Es cierto que la nueva distribución de los espacios de recreo conlleva cambiar la composición de las patrullas: este curso deben ser por clases (grupos burbuja). Para ello, trabajaremos en las clases algunas propuestas, como:
PARA FOMENTAR LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA Y COMPARTIDA
– Que todo el alumnado de la clase llegue a formar parte de la patrulla de la amistad en algún momento (rotaciones diarias, semanales, mensuales…).
– Repensar y redefinir las funciones de las patrullas con un decálogo básico de actuación positiva en el patio, ya no solo en caso de conflictos sino, por ejemplo, a la hora de ayudar al alumnado que pueda estar más aislado a integrarse en los juegos de grupo.
PARA FOMENTAR LA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL
– Establecer un día de la semana en el que, por «infusión» y no por obligación, juego con alguien de clase a quien «conozco menos…»